lunes, 21 de diciembre de 2009

Pieza 4- Déficit

El padre de George, el neurótico personaje de la serie norteamericana Seinfeld (la mejor sitcom de la historia en mi subjetiva calificación), inventó su propia fiesta para navidad: Festivus.

Lejos de las tan típicas tradiciones americanas, Festivus se celebraba el 23 de diciembre. La decoración de Festivus contaba sólo con un caño de aluminio pelado y en la cena había que recordar todas las cosas malas ocurridas en el año. George, que celebro Festivus desde su niñez, quizá fue “afectado” por este particular modo de festejar la navidad.

Festivus no es sólo un invento insano. Forma parte del imaginario colectivo humano. Los antropólogos sostienen que el homo sapiens necesita sus leyendas, sus fiestas y sus tradiciones. No hubo pueblo, nación o imperio que no las tuviera.

El fenómeno de Navidad no es ajeno a todo esto. La historia muestra que la navidad es una celebración netamente pagana revestida de cristianismo sólo por la figura de Jesús. Las naciones politeístas de la antigüedad tenían días especiales para conmemorar el nacimiento de sus dioses (como Horus en Egipto, Mitra en Persia y Dionisio en Grecia). Y esos alumbramientos por lo general ocurrían en el mes décimo del calendario romano (de allí proviene el nombre para el mes de diciembre). Los árabes festejaban el nacimiento de la luna en el mes de Tebet (décimo en el almanaque caldeo). Los romanos promovían el culto a Saturno, llamado Saturnalia.

Este culto se llevaba a cabo entre el 17 y el 25 de diciembre. Uno de los cultos más populares consistía en adorar a Mitra, una deidad solar persa que contaba con muchos adeptos entre los soldados. El mitraísmo ganó innumerables fieles en ese tiempo, entre ellos el emperador Cómodo. Los templos y tradiciones de esta religión que exaltaba al sol se multiplicaron por doquier. En el siglo IV, el emperador Constantino y su madre se convirtieron al cristianismo. Ellos eran fervientes adoradores del sol; un culto que obviamente continuaron practicando más allá de la aceptación de sus nuevas creencias.

En un mundo más mitraísta que cristiano, se buscó una solución en la religión, en aras de la unificación del Imperio. Cristianismo y paganismo debían ser una sola cosa. Políticos y religiosos habilísimos fueron conformando la fusión. Todo fue muy ecléctico.

El 21 de diciembre (día más corto del año en el hemisferio norte) el dios Mitra moría y comenzaba al atardecer su transito hacia el sol. Luego, el 25, Mitra renacía (victorioso) como el sol invencible. Ese día se conmemoraba una gran fiesta llamada natalis solis invicti (nacimiento del sol victorioso).

Más allá de la creencia religiosa que tenga o no cada uno de ustedes, este tipo de celebraciones puede ser útil para relacionarse o volver a unir lazos con amigos y familiares, ir a comer con ellos, o saludar a personas que hace tiempo que no vemos. Pero no seamos presa de la falsa adulación ni caigamos en el error de “juntarnos” para navidad y olvidarnos de ellos en el resto del año. Creo que, amparados bajo la “amistosidad” navideña, hay una suerte de hipocresía encubierta en muchos de nosotros.

Lanzo mis preguntas al aire, a riesgo de que nadie se atreva a contestarlas: ¿No deberíamos llevarnos bien con quienes nos rodean los 12 meses del año? ¿No sería sano para todos apartarnos un poco de tanta frivolidad, despilfarro, glotonería y ostentación? ¿Necesitamos esperar hasta el 25 de diciembre para ofrecer nuestra pequeña mano solidaria y dar sonrisas, gratitudes y regalos? ¿No será hora de pagar diariamente una cuota para paliar el enorme déficit social y humanitario que nos embarga?

En estos días cuando la gente se atiborra de comida y de bebida, cuando gasta a cuenta lo que no tiene, cuando se piensa inteligente por tirar las más ruidosas bombas, que no sólo atentan contra animales y ancianos, sino también contra el buen gusto; tal vez sea tiempo de posar nuestra mirada sobre las deudas morales que ignoramos o aspiramos tristemente a desconocer.

9 comentarios:

  1. Siempre me pasa que digo... es la última vez que hago ésto. Llegar como una loca luego de días de corridas por organizar, comprar, cocinar, etc. El *qué sentido tiene* aparece indefectiblemente. Terminar hecha bolsa. Y luego, ese momento en que brindamos y sabemos por qué, aún, vale la pena esta devaluadísima fiesta que al menos nos une en un fogón bastante espiritual. Qué se yo...

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  2. Sí, todo depende de la actitud que tengamos antes esta celebración... es como un cuchillo. No es bueno o malo en sí, pero depende cómo lo uses: un delincuente lo puede usar para matar a alquien y un cirujano para salvar una vida. El problema no está en el cuchillo sino en quien lo maneja. Las celebraciones en nuestra cultura son inevitalbles, pero el tema es qué actitud tomamos ante ellas y cómo las celebramos. A mi lo que me molesta es eso del espíritu navideño: como que todos somos buenos y ayudamos... y el resto del año qué? Así y todo, siempre vale la pena re-unirse y pensar...

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  3. De la misma forma en que señalamos las inevitables celebraciones del resto de las personas, deberíamos pensar en lo poco cristiano que somos al señalar la paja del ojo ajeno.
    En lugar de hablar de este tema solo en diciembre, hagamos algo similar el resto del año.
    Cada vez que comienza una fiesta, también salen estos discursos que intentan chocar con el resto del caudal social; reclamemos nuestra humildad, dejemos de quejarnos y señalar lo que tendríamos que hacer fundamentando todo con hechos y personajes históricos. Reconozcamos con humildad, que no tenemos el conocimiento total ni sabemos los porqué de cada familia al celebrar de la forma en que se le antoje, esta navidad.
    Usemos su mismo lenguaje, para poder llevar un mensaje que llegue (aunque sea) en esta misma navidad. No sabemos cuántas más tendremos, por eso en lugar de quejarnos y "enseñar" o "señalar", hagamos algo bueno.

    Es preferible un buen deseo motivado por una "fiesta eventual" y no un largo y lamentoso quejido resonando a fin de año como intentando llamar a la conciencia algo que ni siquiera es planteado como un problema por la mayoria.
    Es tiempo de amar, será comprando un regalo, vistiendo un gorrito rojo o masticando un turron de nueces bajo un sol de 40 grados! Pero lo importante es amar, y nadie (en su sano juicio) puede ponerse en lugar del otro diciendo de qué forma se manifiesta ese amor.
    Salvo que se intente apagar su propia conciencia, que en ese caso, cada uno se haga cargo de lo que le corresponde. No nos hagan participe a todos de sus propias in-conciencias.
    Celebro por este -espiritu-navideño-temporal- que nos hace mostrar lo mejor de cada uno, aunque sea en una sola noche.
    Prefiero eso, antes que un lamento de añoranza de cómo debiera ser esa noche. Vamos! cambiemos la cabeza, no juzguemos a los demás por tirar un cuete, puede ser que de esa forma esa persona tiene aprendido su manera de manifestar lo que siente por los demás. Pero no seamos nosotros (que nos vemos superiores al analizar este tema) los que acusemos de frívolos.

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  4. Mmm... no será que te estás poniendo viejo? :P
    Aguanten los rompeportones, loco!!

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  5. Anónimo: Ya te vi comentando en muchos blogs...!!! Decinos quien sos así podemos intercambiar opiones sabiamente... Respeto la tuya, aunque me llames soberbio, juzgador acusador, quejoso y demás... nada más lejos de la realidad. Probá contagiarte más del "espíritu navideño"... ja!!! Saludos!!!

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  6. Diva: Cuando vayas a tirar los rompeportones, avisame!!!!

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  7. Soy amigo del otro Anónimo. Me encantó como puso las cosas en su lugar.
    Claro que Divagante, tiene mas síntesis de palabras.

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  8. Veo que los anómimos están a con todo!!! Me gustaría que den sus nombres. Igualmente respeto las opiniones anónimas, más allá de que no acuerde con ellas y sean vertidas con cierta soberbia. Y no se trata de poner las cosas en su lugar, ni de "ganar" una discusión. No entiende mucho este juego quien piense así.¡Qué triste sería si todos pensáramos iguales! Alguien dijo una vez: "Cuando todos piensan igual, nadie piensa".

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  9. Si señor eso digo yo, saludos fraternos.
    Buen fin de semana.

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